domingo, 30 de junio de 2013

Si somos una cáritas que no siente, no somos cáritas


Del 28 al 30 de junio ha tenido lugar en la Casa de Ejercicios San José de El Escorial la 70ª Asamblea de las Cáritas de las Diócesis de la Conferencia Episcopal Española, reunión que anualmente convoca a los representantes de estas instituciones de la Iglesia, presididos por D. Alfonso Millán, obispo delegado por la CEE para Cáritas.

El análisis de los últimos cuatro años ha evaluado la importancia de vivir en las fronteras, porque cáritas ha nacido para ir, estar y compartir aquellos lugares y personas donde hay dolor y sufrimiento. Solo con los sentimientos de Cristo, “corazonando” la realidad sufriente podemos sentir y compartir, sustentado por el Espíritu, pues sólo Él es capaz de convertir la fuerza en debilidad.

Siempre tenemos el peligro presente, peligro de la enfermedad más que del accidente, porque todos nos quieren, porque tenemos muchas medallas, reconocimientos, en todos lados nos abren las puertas, eso no es mal y ciertamente es de agradecer, pero también es motivo para que llevemos a la reflexión y al discernimiento los aplausos del mundo, porque cuando existe  tanto cariño y fervor, algo nos pasa.

Debemos evitar la mundanidad espiritual, que agradece que estemos en el centro y no en la periferia; estamos llamados a vivir en la periferia, fuera de la ciudad, como fue el lugar en el que el Redentor entregó su vida y salvo al mundo. Si somos una cáritas que no siente, no somos cáritas; sentir la realidad es mostrar la realidad. Cáritas ha de generar caridad, fruto. No podemos estar en la realidad sin aspirar a otra realidad.

“No se trata de socorrer a muchos pobres, se trata de decir que este modelo no sirve”, nos dice elpapa Francisco

A veces tenemos muchas ganas, pero nos cansamos pronto. Estamos viviendo una realidad que se mueve muy poco, por eso es importante la espiritualidad, vivir unido siempre al Señor. La espiritualidad debe encarnarnos en los dolores del mundo, sintiéndonos acogidos por el Padre de los Pobres..

“El escándalo de la pobreza y la exclusión nos rompe el alma” decía el Papa. Nos hemos acostumbrado a la pobreza y nos parece que vivir con ella es absolutamente normal, y sigue siendo un escándalo en este mundo donde tantas riquezas hay. Tenemos que ser personas removidas por dentro e indignados con el sufrimiento de nuestros hermanos.

Es importante el compromiso de las personas que se implican en Cáritas y en otros espacios civiles y eclesiales, ellas son frutos del Espíritu, así se ha denotado en los últimos años en el incremento sostenido en los últimos años de financiación privada, en familias desfondadas pero que comparten lo necesario, en el aumento de la solidaridad informal, entre personas, vecinos, etc., en la potenciación del voluntariado.

La desmoralización social nos convoca a buscar primero el Reino de Dios y su Justicia. No podemos perder el sentido y misión, como algunas organizaciones que solo piensan en sobrevivir como tales cuando se les ha acabado la financiación pública o privada y que algunas has llegado al “todo vale” para captar recursos. Tampoco podemos olvidar a los migrantes a los que hemos reclamado con anhelo para que colaboraran en nuestra sociedad del bienestar y ahora enviamos a sus hogares o los tratamos como mercadería y no como personas. Ni que decir tiene que se impone la frase “primero a los nuestros y luego a los de afuera” o “la caridad empieza primero por casa” con lo que estamos abandonando a ayuda al Tercer Mundo y la solidaridad con los que llevan en crisis profunda toda la vida; a nosotros como Católicos-Universales no se nos puede ni pasar por la cabeza.

“La política desnortada clama por un compromiso decidido de los cristianos para construir el bien común” Benedicto XVI.

Las personas vulnerables, los más débiles desde luego no son lo primero en importancia. La política está pasando de cumplir su misión de garantizar derechos a gestionar comedores o bancos de alimentos, porque esto es siempre más fácil para ellos que crear leyes que miden las consecuencias sociales de su promulgación. Se han erosionado las políticas sociales y continúan erosionándose; el futuro no es nada halagador.

Por eso en esta Asamblea, las Cáritas de España ha renovado los siguientes compromisos:
  • Estar presente con los últimos y no atendidos, de otra manera no seríamos cristianos, porque el cristiano no es un ser que reparte, sino una persona que comparte.
  • Formar más y mejor a los voluntarios y trabajadores; más formación para mejor servir.
  • Impulsar a nuestras comunidades eclesiales facilitando que la Iglesia sea más dinámica y más comprometida en el mundo.
  • Construir una presencia pública cualificada desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.  

“Salir a las periferias sociales y existencias… y volver para compartirlo” Francisco, exige riesgo y creatividad, comunión y  eclesialidad de contraste.

Debemos tener un discernimiento constante, las personas y los grupos para avivar una conciencia que nos ayude a hacernos cargo de la realidad, con compromiso y ternura de rostro, y espiritualidad encarnada para cargar con el sufrimiento de los hermanos.

viernes, 14 de junio de 2013

"No muy beato", pero sí samaritano

 
Era bien tarde y recibí la llamada de un párroco. Noté rápidamente que estaba preocupado, quizá nervioso. El tema era que, como a muchos de nuestros sacerdotes, esa tarde se le había presentado una persona a la que el mundo se le volvía oscuro, a la que todas las puertas se les mantenían cerradas, pero con esa intuición que tiene nuestro pueblo, sabía que la Iglesia siempre las tiene abiertas para la escucha y la ayuda.
Se había quedado embarazada y no quería abortar, había apostado por la vida, pero no sabía cómo; la acababan de echar del trabajo, de mala forma, con engaños de tal manera que no tendría derecho a percibir las prestaciones sociales previstas para estos casos. No tenía nada ni a nadie.
Al conocer el caso entendí la preocupación del sacerdote, buen pastor estaba cargando sobre sus hombros con el dolor que traía esa chica, sintiendo toda la injusticia que estaba sufriendo y la apuesta tan valiente que había realizado, quizá, en contra de la mentalidad que quieren sea imperante.
¿Qué hacer, cómo actuar, quizá si la justicia pudiese hacer algo?, y me lanzó la pregunta ¿conoces a alguien, a algún abogado que nos pudiera ayudar?, de los honorarios yo los asumiré, con seguridad me dijo. Pusimos el tema en las manos del Misericordioso.
A la mañana siguiente, haciendo memoria de los laboralistas de los que sabía por mi anterior ocupación, me lancé a la calle. Me presenté en el despacho de uno de ellos; sabía que el titular no me conocía, yo, por distintas causas, sí sabía de él. Estaba en los juzgados, me dijo la gestora que me atendió y me preguntó que deseaba. Sin reparos le conté la historia, hasta donde sabía, quizá no  todos los elementos para un análisis jurídico, pero era igual, rápidamente me respondió que informaría al letrado tan pronto volviese, le dejé mi teléfono y me marche.
No había comenzado la tarde cuando recibí su llamada, un poco extrañado quizá, pero dispuesto a asumir el tema. Comenzamos a hablar y lo primero que me dijo que siendo un caso que le planteaba la Iglesia, tanto sus servicios como todas las acciones que fuesen precisas realizar serían asumidas por él. Con gracia me dijo que era cristiano aunque “no muy beato”.
Cuanto acabamos la charla llamé al sacerdote y le conté, estábamos pletóricos. Él se lo dijo a la chica y la esperanza empezó a florecer.
El caso se resolvió favorablemente. Gracias a Dios y a este laboralista, que fue su instrumento,  la chica ha podido tener a su hijo y poco a poco, con la ayuda de la comunidad parroquial a través de cáritas y de su pastor, está “encarrilando” su vida y ha podido disfrutar de la baja maternal que le querían robar, pudiéndose incorporar próximamente a una vida normalizada.
El ser buen pastor, el no ser “muy beato” pero si misericordioso y compasivo, se han convertido en instrumentos del Señor. El buen samaritano se viste de mil maneras, pero sigue siendo el ejemplo para cambiar el mundo desde la pequeñez del cristiano que desde abajo, transforma la realidad, con hechos que pueden parecer insignificantes, pero que son portadores de vida, y como prueba el nacimiento de ese niño de una madre cargada de esperanza.